jueves, 17 de mayo de 2012


La música es un instrumento dotado de un enorme poder de persuasión, capaz de influir muchos en las actitudes, los estados de ánimo, las emociones y los actos humanos. La posibilidad de transportar la música a cualquier parte y el uso de los auri­culares de alta fidelidad permite a los jóvenes a vivir continuamente con  música.
A medida que el adolescente adquiere independencia, puede encontrar en la música modelos alternativos respecto a los estilos de vida. Su identificación con un determinado estilo musical puede ser el signo de un cierto grado de rebelión contra la autoridad, o una vía de escape ante sus conflictos con los padres o también puede estimular sentimientos de distensión, relax y seguridad en situaciones y ambientes nuevos.
Los diversos tipos de música tienen aceptaciones variadas según la cultura y el sexo. En las conversaciones entre adolescentes, un tema habitual es la música. El pla­cer de compartir la misma música puede ser la base de nuevas amistades o grupos con ideales y gustos similares. Hay indicios, -aunque no estén confirmados siempre por las estadísticas-, de que los adolescentes que siguen la subcultura de  alguno de estos estilos, corren mayor riesgo de ser toxicómanos o violentos.

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